Las últimas noticias acerca de los problemas que existen en diversos aeropuertos del país y los indicadores de mayor tráfico de pasajeros en aerolíneas con respecto al primer semestre del año pasado (ojo: ese primer semestre en que la influenza desplomó los viajes en avión) nos muestran la misma cara que vimos el domingo pasado con el juego de la selección nacional frente a Argentina: mientras no se atiendan los problemas estructurales podremos fantasear con los triunfos, pero no concretarlos.
Los líos financieros de aeropuertos y aerolíneas responden a las situaciones concretas del mercado mexicano y la falta de certidumbre y de rumbo que acusa el transporte aéreo en el país. Esto no significa que las aerolíneas no hagan lo suyo para cometer errores, pero también es cierto que mientras el marco donde operan las empresas aéreas no sea estable, sólido y con visión de futuro para crecer con el mercado, las altas y bajas serán recurrentes y los aeropuertos —que viven de las aerolíneas, les guste o no— tampoco tendrán buenos resultados.
De acuerdo con las cifras de OAG que da a conocer la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA) en sus servicios de información por países, en realidad el número de operaciones aéreas que se realizan en nuestro país (anualizadas de julio a junio) en el 2010 estamos al mismo nivel del 2006, con 32.2 millones versus 32.0, es decir, es como si esta administración hubiera pasado de noche por el tema.
Eso sí: las operaciones realizadas por aerolíneas de bajo costo representan ahora casi la tercera parte de las totales, cuando en 2006 representaban la décima parte, lo que refuerza la tendencia de nuestra aviación hacia la pauperización de nuestros servicios y muestra que la idea de política aérea que tiene esta administración es crear una aviación de bajo costo que, desde luego, no tiene futuro.
Y no tiene futuro por una cuestión muy simple. Si aprovechar las mermas que resulten de la producción de un bien es una excelente manera de incrementar la rentabilidad, por razones obvias no es posible dedicar una infraestructura a producir los bienes que resulten de las mermas, o sea: no es posible hacer "fábricas de mermas".
Y es que si no se comprende que la aviación de bajo costo es el aprovechamiento de la infraestructura residual, del exceso de capacidad y de nichos que quedan de la operación tradicional, la operación de bajo costo simplemente utilizará la infraestructura hasta que se agote porque no habrá excedentes que paguen los costos de mantenimiento o creación de nueva infraestructura.
Pero claro, para entonces, el ex director del IMSS y actual titular de SCT ya será asesor de algún grupo privado —porque nadie apuesta a que este equipo de gobierno repita— y no habrá poder humano ni judicial que le finque responsabilidades por haber malentendido los conceptos de la industria aérea que, al final, ¿a quién realmente le importan?
En los hangares del aeropuerto, por ejemplo, se pueden ver los aviones de Aviacsa que no han podido ser ni devueltos a sus arrendadores porque de lo que se trataba no era de la seguridad de las operaciones aéreas, sino de fastidiar a los propietarios de la aerolínea. Lo malo es que, de pasada, fastidian a todo el sector y mandan una señal pésima a quienes pueden invertir en cualquier negocio, pues el riesgo se incrementa por la discrecionalidad.
Si no hay regreso a los básicos no habrá futuro para la aviación mexicana y si no hay rendición de cuentas no habrá tampoco actividades económicas que duren o que permitan crecer y ser competitivo a este país. ¿Así o más claro?
Gabriel León Zaragoza
Periódico La Jornada
Domingo 28 de marzo de 2010, p. 11
Domingo 28 de marzo de 2010, p. 11
Luego de que la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) afirmó que Aviacsa entró en proceso de quiebra y no volverá a volar, trabajadores de esa aerolínea lamentaron que
el gobierno del empleo haya dejado sin sustento económico a 3 mil 500 familias para favorecer a Volaris, a la que autorizó operar en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México.
Volaris está operando en la ciudad de México; es lo que quería el gobierno y lo logró, pero nos dejaron sin trabajo a 3 mil 500 personas, muchas de las cuales afortunadamente ya lograron colocarse, expuso un grupo de afectados, quienes pidieron no publicar sus nombres, debido a que aún buscan empleo en el sector.
En entrevista indicaron que los trabajadores que renunciaron a la compañía aérea –que desde el año pasado dejó de funcionar– están recibiendo su liquidación. Los demás
Refirieron que los trabajadores afectados por la administración de Felipe Calderón mantienen su interés de inconformarse
seguimos esperando y tenemos la confianza en que el gobierno federal recapacite ante el desempleo que se vive en el país y permita que Aviacsa vuelva a volar, agregaron.
Refirieron que los trabajadores afectados por la administración de Felipe Calderón mantienen su interés de inconformarse
por el desaseo en que operó su gobierno para permitir que otros empresarios entren al mercado.